Villa María, 20 de Abril de 2024

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30-01-2015

“Se puede vivir plenamente con una enfermedad”

Mente y cuerpo. Susana Clariá, profesora de yoga. Su estilo de vida y los cambios en la alimentación la ayudaron a transitar el mal de Parkinson de forma más saludable. Comparte su experiencia de resiliencia con otras personas.

Hace 11 años comencé con temblores en mi mano izquierda. Consulté con un neurólogo y luego de realizarme los estudios me diagnosticaron que tenía Parkinson.

La noticia fue tremenda, pero aun peor fue el pronóstico. Algunas de las palabras que dijo mi médico fueron “falta de equilibrio, rigidez, neuronas que se mueren, incapacidad”.

Durante un año me quedé paralizada, no entendía nada, interiormente estaba muy enojada, sentía lástima de mí misma y me preguntaba “¿por qué yo?”. En poco tiempo la enfermedad avanzó rápidamente. Mi estadio de Parkinson era cuatro.

Mis amigos y maestros me aconsejaron acudir a la medicina naturista, de la cual aprendí que los alimentos eran mi mejor medicina y que yo era una persona, no un Parkinson.

Del médico que me acompañó en esa etapa aprendí a escuchar mi cuerpo, entre tantas cosas. El cambio de alimentación me trajo una gran mejoría… recuperé la escritura, el equilibrio y las ganas de hacerme cargo de esta enfermedad que no es más ni menos complicada que cualquier otra.

En un examen neurológico posterior mi médico me informó que había bajado al estadio dos de la enfermedad.

En estos años aprendí la enorme importancia de hacer ejercicio. Todo lo que se diga parece poco. El ejercicio hizo maravillas en mi vida. Yo ya era instructora de yoga y luego estudié taichí con maestros que me transmitieron todos los beneficios de estas verdaderas herramientas que mejoraron mi calidad de “enferma” y enriquecieron mi vida.

Para practicar taichí tuve que vencer la frustración de ¡no poder hacer nada!... y aprendí primero a hacerlo con las manos, luego con los dedos y si no podía con los dedos y si estaba en “ off ”, lo hacía con la intención.

El “ off ” es un tema aparte. Estos episodios se caracterizan por un resurgimiento de los síntomas del Parkinson, como temblor, rigidez muscular y deterioro de la capacidad de moverse. Vienen sin avisar y se van cuando quieren. Uno queda literalmente apagado….

Aprendí que la respiración junto a la intención eran una herramienta poderosa para hacer todos los ejercicios que sabía y que en ese momento era imposible realizarlos. Parada, sentada o acostada se “prendía” mucho más rápido mi cuerpo.

Gracias al yoga y al taichí disminuí la frecuencia de las caídas porque mejoré la postura y el equilibrio; fortalecí mis músculos y los elongué y flexibilicé. También aprendí que las emociones están muy unidas a las enfermedades y que comer sano sirve un montón pero si no puedo sanar mis emociones negativas de poco vale todo lo que haga.

La contención de la familia, de los amigos, de mi médico neurólogo y de las personas que me rodearon y me acompañan, los que me alentaron a seguir por el camino elegido fueron los que me dieron la fuerza que cualquier enfermo necesita para enfrentar el día a día. ¡Los masajes en mis pies de Agustín, mi hijo menor, tienen un poder sanador más poderoso que cualquier medicamento! Al igual que los jugos que me lleva mi marido cuando puede; los llamaditos y mensajes de Fernando, mi hijo mayor; el cariño de mi nuera, y los ojitos de mi nieto riéndose de las canciones que le canto.

Todo lo que cuento no es fácil, hubo muchas lágrimas y miedos en el medio; es un volver a comenzar diario ya que me acuesto y me levanto con Parkinson.

La medicina naturista acompaña a la medicina alopática buscando una mejor calidad de vida. Doy fe que es así… porque así lo vivo yo. Encontrar un neurólogo que me pudiera acompañar y contener en el camino que yo había elegido no fue fácil. Pero lo encontré.

Lo que estoy segura que quiero transmitir es que se puede, se puede vivir –y plenamente– con una enfermedad. En todos estos años se acercó a casa gente que tenía el mismo diagnóstico para compartir experiencias y practicar yoga y taichí. Con ellos buscamos estar cada día mejor, reírnos de lo que nos pasa, investigar para estar actualizados.

En mi clase no hay maestros ni alumnos. Todos aprendemos de todos. Lo que nos cuesta es la motricidad fina, prendernos los botones de la camisa es todo un desafío. ¡Entonces no nos compramos una chomba, nos compramos una camisa, mientras podamos!

Perfil

Susana Clariá (60) está casada, tiene dos hijos (Fernando y Agustín) y un nieto. Es maestra jardinera, profesora de yoga e instructora de taichí. Desde hace varios años padece mal de Parkinson, pero su estilo de vida la ayudó a transitar la enfermedad de forma más saludable y, en especial, más positiva. Dicta clases en su casa y entre sus alumnos tiene varios que también tienen Parkinson.

Producción periodística: Rosana Guerra


NOTA: Leer con detenimiento la relación MENTE-CUERPO y cómo la paciente relaciona las emociones con la enfermedad. Dr. Nicolás Noriega

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